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30 abril 2010

NUESTRO OFICIO

Cuando Graciela propone una actividad, la configuración convencional del aula suele modificarse.
Una vez salimos a la galería para poder agruparnos  según lo que teníamos de común: la inicial del nombre, el mes de nacimiento, el autor que habíamos analizado en la tarea inter taller, el cuadro de fútbol preferido, la edad...
Así fuimos siendo parte de diferentes grupos, supimos qué tenemos de común y de diferente con cada uno de los otros. Habíamos pasado un año en el mismo curso, en el mismo salón, pero no sabíamos qué otros "mismos" teníamos  y eso generó nuevas curiosidades sobre nosotros y los otros.
Seguramente los profesores tomaron nota sobre nuestra puesta en escena.



En otra jornada, Graciela nos propone un juego donde a cada uno se le asigna un oficio y lee una narración en la que participan todos ellos, de manera que al aparecer en el cuento, se pone de pie y vuelve a sentarse tantas veces como sea nombrado.
Hay dos protagonistas que tienen la potestad de modificar este comportamiento:
el VECINO hace que uno cambie de lugar con otro, pasando por una superficie cuadrada marcada en la parte central del piso.
el BOMBERO hace que todos vayan y queden en ese lugar.
La narración es larga y me cuesta seguir el argumento pues sucede una cantidad de peripecias a los personajes y creo que voy a perder la atención a las reglas del juego.
A medida que el cuadrado fue llenándose de gente, nos aproximamos cada vez más, y el espacio iba dando lugar a otro más en la medida que acomodamos nuestros cuerpos.

Esta vez sentí la curiosidad por una situación que se iba armando entre palabras, movimientos, gestos, miradas, cuya trama trataba de comprender aunque a veces me perdía en el intento de distinguir los signos que orientarían mi hacer. Pararme, sentarme, ir, volver sobre mis pasos, adelante nuevamente, agudizar el oído. Ponerme en el lugar del otro para comprender, pero volver a mi propio lugar y tomar distancia sobre lo experimentado en el lugar del otro. Sin querer perderme nada, implicada, de pronto algo llama poderosamente a estar con otros, porque es el lugar de todos y hay que crear espacio. 

En este oficio que estamos aprendiendo, nuestra mirada se concreta en un marco conceptual, en el intento de encontrar un sentido bajo la superficie de lo que percibimos y sentimos.
En el lugar del forastero: ni demasiado cerca ni demasiado lejos. Ser capaz de encontrar las diferencias sin dejarnos atrapar por la comunidad.
Observador, observado, campo: se producen uno a otro.

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