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15 febrero 2010

ESCRITORES DE LA LIBERTAD



No conocía esta película, pero aunque así fuera, no hubiese visto lo que la exposición teórica de Mabela, de la tarde anterior, aportó al ejercicio de nuestra mirada de incipientes investigadores: desde la trama de la película que íbamos a ver, la propuesta es:
• identificar posibles temas de investigación y las técnicas a utilizar
• argumentar si en la misma se plantea una investigación, una intervención o una investigación-intervención



La diversidad de respuestas tiene que ver con lo que la historia impactó en cada uno de nosotros y las relaciones conceptuales elaboradas.
Personalmente, entiendo que se trata de una investigación-intervención. Investigación porque es un proceso de aprendizaje donde - como dice Alvarez Pedrosian[1] - "se toma y se da de la realidad para conocerla y por ello, se la transforma, pues el investigador/docente es afectado y afecta recíprocamente".
Erin Gruwell es una profesora llena de ideales que escoge enseñar a un grupo de "casos perdidos" para hacer un aporte a la sociedad y encuentra un clima de tensión racial, intolerancia, desesperanza y cultura de pandilleros en la que los chicos practican una conducta social de auto-segregación como forma de supervivencia. En principio, como profesora, quiere enseñar, pero al fallar en sus primeros intentos, busca formas alternativas que espera funcionen, en base a las hipótesis que va planteándose en la medida que logra acercarse y conocer a sus alumnos. Entonces, se ve embarcada en una metodología contratransferencial porque mira el problema "en la dimensión conflictiva: se trata de dislocaciones culturales y psíquicas, choques, paredes, distancias, la famosa DIFERENCIA, primer y último objeto de estudio sobre cualquier realidad. Pero, a la vez, interactuando dentro del mismo mundo que los sujetos actores que [2]investiga" tratando de encontrar espacios de diálogo.
Erin acierta en la estrategia de preguntarles cuántos de ellos habían recibido disparos, cuántos habían perdido amigos en tiroteos, cuántos tenían familiares o amigos presos… Al ver cuánto tenían en común, las divisiones entre ellos comienzan a disolverse y empiezan a ver a Erin con el respeto que ella les había brindado.



Ahora estaba en condiciones de intervenir pedagógicamente:
“Decidí no bajar el nivel, no consentirles como si fueran niños pequeños. Quería que vieran la relevancia de los textos que tenía en mi programa, ya fuera un soneto o un libro como “La Odisea”. Quería que los conectaran con su vida, que las palabras saltaran de la página impresa y cobraran sentido para ellos”.
Pero lo mejor es que empezaron a escribir sus propias historias, como lo habían hecho otras víctimas de la intolerancia, con lo que, una estrategia para la enseñanza de la lengua, es utilizada, paralelamente, para seguir investigando, o sea, aprendiendo, integrando lo afectivo y lo cognitivo.
Siguiendo a Simons y Masschelein[3] , diremos que toda investigación pedagógica tiene su precio, que en este caso, corresponde al cambio de condición de existencia de la investigadora, o sea que es una cuestión existencial, donde juega un papel básico la relación entre verdad y ética, más allá del conocimiento.
Los obstáculos que encuentra en la institución escolar ante cualquier tipo de gestión, la llevan a tener dos empleos extras para poder solventar su proyecto y, consecuentemente, la ausencia y fin de su relación matrimonial. Entonces, los alumnos son sus aliados, y juntos logran transformar, además de las rígidas estructuras escolares, sus propias vidas, según los valores que han ido construyendo.



Es el fruto de lo que Wright Mills[4] llama “imaginación sociológica”, cualidad mental que permite captar lo histórico, lo biográfico y sus relaciones dentro de la sociedad, pasando de una perspectiva a otra, y cuyo uso más amplio y hábil ofrece la promesa de que todas las sensibilidades culturales- y de hecho la razón humana misma- llegarán a representar un papel más importante en los asuntos humanos.




No puedo dejar de establecer conexiones con lo que acontece en los cursos del instituto donde trabajo, con un altísimo porcentaje de alumnos que pasan repetidamente los exámenes de algunas asignaturas sin poder aprobarlos. En el caso de matemática, el año pasado un grupo de profesores llevó a cabo un proyecto para mejorar los aprendizajes, en base a algunos supuestos, sin que haya mejorado sensiblemente la situación, pero con algunos insumos para seguir pensando. Más allá de las diferencias sustanciales con los chicos de la película, creo que se trata también de aprender a enseñar de otra manera: eso me interesa. Pero cuando pienso en las características de este posgrado, no encuentro cabida para una investigación didáctica. En realidad, como este es mi ámbito de trabajo, es donde veo las situaciones que quisiera estudiar, solo que no puedo conciliarlas con el desarrollo, tal como se ha ido perfilando en el correr de los cursos.

[1]Alvarez Pedrosian, E.: Técnica para moverse en el laberinto, Los pliegues de un abordaje metodológico, en Colección Estudiantes, Unidad Opción Docencia, Nro.6, FHCE, Mdeo: 2001.
[2]idem
[3]Simons, M. Y Masschelein, J.: Sobre el precio de la investigación pedagógica en Mensajes E-Ducativos desde tierra de nadie, Laertes Educación, Barcelona: 2008.
[4]Mills, W.: Sobre la artesanía intelectual, en La imaginación sociológica, Fondo de Cultura Económica, México: 1986.